Viajecillos

Viajes subanales por la geografía

Mi viaje a Moustacheland

15 de junio de 2004

Hola de nuevo:
A continuación publico la segunda parte de mi relato. Ya sé que es un poco aburrido, pero así es mi vida. Por ello, he añadido alguna foto para darle un poco de viveza y así hacerlo un poco más ameno.

........Una vez cambiado el agua del pajarito recogimos las maletas y nos dirigimos al mostrador de información a que nos diesen los pertinentes mapas, planos y demás inutilidades que se suelen recolectar en un viaje de esta índole. En el mostrador trabajaba una mujer mayor que si me dicen que es turca -por eso de las facciones- me lo creo. Tras preguntarle con nuestro inglés macarrónico si nos podría dar algo de información del transporte en Atenas y un mapita, lo único que nos dio fue un mapa algo escaso de los autobuses. ¡Joderrrrrrrr! Yo quería un puto mapa de metro y un mapa chiquitito de la ciudad con los monumentos resaltados vamos. La tía nos dijo que no podía ser, que teníamos que comprarnos un mapa en la tienda. Total, que nos fuimos a la tienda del aeropuerto a conseguirlo, y nos clavaron 7 euracos por el maldito mapita....bueno mapita...era una puta sábana de lo grande que era. Al menos nos recreamos la vista con el pivón que atendía la tienda. Tras esto cogimos el autobús correspondiente, siendo ya de noche. Nuestra idea inicial era llegar al hotel - que por las imágines de la página web parecía de puta madre- y salir a dar una vuelta por ahí y tomar algo de buenri.

Bueno, pues tras un trayecto bastante largo en el autobús, que más que autobús era montaña rusa de lo que se agitaba, llegamos a una plaza que estaba cerca del hotel. Esta plaza tenía un aspecto bastante deplorable, y como el hotel tenía que estar en las cercanías nos fuimos haciendo una idea de lo que nos íbamos a encontrar. Pero no nos podíamos imaginar que iba a ser como iba a ser. Pues bueno, cuando desembocamos en la calle del hotel se nos cayó el alma a los pies. Era una calle oscura, llena de mierda y de putas ejerciendo, y claro, sus chulos. Total, que nos metimos en el hotel y nos recibió el típico personaje de película de comedia de terror, con gafas enormes, despeinado, barba de tres días y con mejillones en lugar de uñas, con una vocecita que daba pavor y un inglés tan macarrónico como el nuestro. Tengo que decir que este personaje era bastante simpático después de todo e intentó decir alguna que otra palabrita en español, como “buenas noches” y tal. Tras esto nos dio las llaves y subimos hasta el piso octavo, donde estaba nuestra habitación (nº 805), si se le podía llamar así. Aunque tuviese aire acondicionado y TV era un maldito zulo (zulo1 y zulo2), oscuro y con poca movilidad, el armario se reducía a un pequeño cubilete con un palo y seis perchas para colgar las camisas, y las almohadas parecían cemento armado de lo duras que eran. Bueno, tras la gran desilusión de ver el zulo decidimos continuar con la inspección de éste, y nos aventuramos en el baño. No sé si llamarle así, ya que no mediría más de 1.5x1.5 metros y era más oscuro aún que el propio cuarto. Tenía un plato de ducha minúsculo (baño1 y baño2) sin una mísera cortinilla para evitar las riadas habituales que tienen lugar cuando me ducho. Tanto el lavabo como la taza del WC estaban pegados al plato de ducha y la puerta abierta rozaba con la taza, no te digo más. Huelga decir que el papel de culo no era tal, sino lija del siete. El color original de las toallas debía de ser blanco, pero eso sólo lo intuimos, ya que a simple vista parecían trapos de mecánico de lo gris que estaban. Con este cartel lo único que pudimos hacer fue quedarnos en el hotel a dormir, jodiéndose nuestro plan inicial de ir a dar una vuelta. También influyó en esta decisión el que aquella zona pareciese Montera, lo que nos llevó a pensar que no habría mucha marcha por allí, o al menos marcha de la que buscábamos.....



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